Localizar su rostro a lo lejos, entre la multitud, me tranquilizó por unos instantes. Me acerqué a ella corriendo y la estreché entre mis brazos.
- Creía que no te volvería a ver. - Le dije con la voz entrecortada.
Ella me separó de un modo brusco y se alejó unos pasos hacia atrás. Allí se quedó inmóvil, sin gestos, sin alma, como una estatua de cera. Realmente, creo que todo se quedó parado.
- ¡Pequeña!¡Soy yo! - Chillé golpeándome el pecho con las manos abiertas.
Con la mirada perdida, se aparto el pelo de la cara y alargó su mano como si quisiera tocarme.
- Vivir es un espanto - Murmuró haciendo un esfuerzo titánico por pronunciar esas palabras.
Reunió el coraje que le quedaba y por un instante me aguantó la mirada. Después, se volvió y encaminó su paso hacia la estación de tren como si yo no estuviera allí.
Nunca más supe de ella. Tenía veinticuatro años cuando me pasó aquello.
Kiko Vallejo
- Creía que no te volvería a ver. - Le dije con la voz entrecortada.
Ella me separó de un modo brusco y se alejó unos pasos hacia atrás. Allí se quedó inmóvil, sin gestos, sin alma, como una estatua de cera. Realmente, creo que todo se quedó parado.
- ¡Pequeña!¡Soy yo! - Chillé golpeándome el pecho con las manos abiertas.
Con la mirada perdida, se aparto el pelo de la cara y alargó su mano como si quisiera tocarme.
- Vivir es un espanto - Murmuró haciendo un esfuerzo titánico por pronunciar esas palabras.
Reunió el coraje que le quedaba y por un instante me aguantó la mirada. Después, se volvió y encaminó su paso hacia la estación de tren como si yo no estuviera allí.
Nunca más supe de ella. Tenía veinticuatro años cuando me pasó aquello.
Kiko Vallejo
En una cosa tenía razón.
ResponderEliminarVivir es un espanto.
Y cuando pasa el tiempo aún lo es más.
Saludos.