viernes, 27 de junio de 2014

Sol de Septiembre 1

Localizar su rostro a lo lejos, entre la multitud, me tranquilizó por unos instantes. Me acerqué a ella corriendo y la estreché entre mis brazos.

- Creía que no te volvería a ver. - Le dije con la voz entrecortada.

Ella me separó de un modo brusco y se alejó unos pasos hacia atrás. Allí se quedó inmóvil, sin gestos, sin alma, como una estatua de cera. Realmente, creo que todo se quedó parado.

- ¡Pequeña!¡Soy yo! - Chillé golpeándome el pecho con las manos abiertas.

Con la mirada perdida, se aparto el pelo de la cara y alargó su mano como si quisiera tocarme.

- Vivir es un espanto - Murmuró haciendo un esfuerzo titánico por pronunciar esas palabras.

Reunió el coraje que le quedaba y por un instante me aguantó la mirada. Después, se volvió y encaminó su paso hacia la estación de tren como si yo no estuviera allí.

Nunca más supe de ella. Tenía veinticuatro años cuando me pasó aquello.

Kiko Vallejo

  

1 comentario:

  1. En una cosa tenía razón.
    Vivir es un espanto.
    Y cuando pasa el tiempo aún lo es más.

    Saludos.

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