jueves, 17 de julio de 2014

A galopar

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna. ¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar! A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma. ¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
 
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
 
Rafael Alberti

miércoles, 9 de julio de 2014

Conjugaciones

1   (álbum)
Cómo quisiera fotografiar
minucia por minucia
pedazos de futuro
y colocar las  instantáneas
en un álbum
para poder  hojearlo
lenta  morosamente
en un manso remanso
del pasado



2   (claves)
Algunas claves
del futuro
no  están en el  presente
ni en el pasado

están
extrañamente
en el futuro



3   (variantes)

la muerte es sólo una
de las varias variantes
del futuro
quizá la más primaria
  acerca de la otras
espléndidas variantes
no han concluido aún
las  investigaciones



4   (complemento)
Para entender mejor
cuán reaccionario
era jorge manrique
hay que desarrollar
el  complemento de su tesis
o sea
todo tiempo futuro
será  peor



5   (después)
El futuro no es
una página en blanco

es una fe
de erratas



6   (ausencia)
En la última
asamblea
del futuro
faltaré
sin aviso

7   (rigores)
En las fronteras
del futuro
hay un control
estricto
sólo son admitidos
los sobrevivientes



8   (previsión)
De vez en cuando es bueno
ser  consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las  nostalgias
que descongelarán
algún futuro



9   (plurales)
Hay
ayeres
y mañanas
pero no hay
hoyes
 
Mario Benedetti

miércoles, 2 de julio de 2014

Técnica y Civilización


Ahora bien, la ordenada vida puntual que primeramente tomó forma en los monasterios no es  connatural   a   la   humanidad,   aunque   hoy   los   pueblos   occidentales   están   tan  completamente reglamentados por el reloj que constituye una “segunda naturaleza”, considerando su observancia como  un hecho natural.

Muchas civilizaciones orientales han florecido teniendo poca cuenta del tiempo: los  indios han sido en realidad tan indiferentes al tiempo que les falta incluso una auténtica cronología de  los años. Todavía ayer, en el centro de las industrializaciones de la Rusia soviética, apareció una  sociedad para fomentar el uso de relojes y hacer la propaganda de los beneficios de la puntualidad. La  popularización del registro del tiempo, que siguió a la producción sistemática del reloj barato,  primeramente en Ginebra, después en Estados Unidos, hacia mitad del siglo pasado, fue esencial para  un sistema bien articulado de transporte y de producción.

La medición del tiempo fue primeramente atributo peculiar de la música: dio valor industrial a la  canción del taller o al abatir rítmico o a la saloma de los marinos halando una cuerda. Pero el efecto del  reloj mecánico es más penetrante y estricto: preside todo el día desde el amanecer hasta la hora del  descanso. Cuando se considera  el día como un lapso abstracto de tiempo, no se va uno a la cama  con las gallinas en una noche de invierno: uno inventa pábilos, chimeneas, lámparas, luces de gas,  lámparas eléctricas, de manera aprovechar todas las horas que pertenecen al día. Cuando se considera el  tiempo, no como una sucesión de experiencias, sino como una colección de horas, minutos y segundos, aparecen los hábitos de acrecentar y ahorrar el tiempo. El tiempo cobra el carácter de un espacio  cerrado: puede dividirse, puede llenarse, puede incluso dilatarse mediante el invento de instrumentos  que ahorran el tiempo.

El tiempo abstracto se convirtió en el nuevo ámbito de la existencia. Las mismas funciones  orgánicas se regularon por él: se comió, no al sentir hambre, sino impulsado por el reloj. Se durmió, no  al sentirse cansado, sino cuando el reloj nos exigió. Una conciencia generalizada del tiempo acompañó  el empleo más extenso de los relojes. Al disociar el tiempo de las secuencias orgánicas, se hizo más  fácil para los hombres del renacimiento satisfacer la fantasía de revivir el pasado clásico o los  esplendores de la antigua civilización de Roma. El culto de la historia, apareciendo primero en el ritual  diario, se abstrajo finalmente como una disciplina especial. En el siglo XVII hicieron su aparición el  periodismo y la literatura periódica; incluso en el vestir, siguiendo la guía de Venecia como centro de la  moda, la gente cambió la moda cada año en vez de cada generación.

No puede sobrestimarse el provecho en eficiencia mecánica gracias a la coordinación y la  estrecha articulación de los acontecimientos del día. Si bien este incremento no puede medirse  sencillamente en caballos de fuerza, sólo tiene uno que imaginar su ausencia hoy para prever la rápida  desorganización y el eventual colapso de toda nuestra sociedad. El moderno sistema industrial podría  prescindir del carbón, del hierro y del vapor más fácilmente que del reloj.

Lewis Munford

martes, 1 de julio de 2014

Me retracto de todo lo dicho

Antes de despedirme
Tengo derecho a un último deseo:
Generoso lector
quema este libro
No representa 1o que quise decir
A pesar de que fue escrito con sangre
No representa lo que quise decir.

Mi situación no puede ser más triste
Fui derrotado por mi propia sombra:
Las palabras se vengaron de mí.

Perdóname lector
Amistoso lector
Que no me pueda despedir de ti
Con un abrazo fiel:
Me despido de ti
con una triste sonrisa forzada.

Puede que yo no sea más que eso
pero oye mi última palabra:
Me retracto de todo lo dicho.
Con la mayor amargura del mundo
Me retracto de todo lo que he dicho.


Nicanor Parra