sábado, 24 de julio de 2010

Un Viejo que Leía Novelas de Amor (fragmento)

- ¿Has leído muchos libros?

- Unos cuantos. Antes,cuando todavía era joven y no se me cansaban los ojos, devoraba toda obra que llegara a mis manos.

- ¿Todos los libros tratan de santos?

- No. En el mundo hay millones y millones de libros. En todos los idiomas y tocan todos los temas, incluso algunos que deberían estar vedados para los hombres.

Antonio José Bolivar no entendió aquella censura, y seguía con los ojos clavados en las manos del cura, manos regordetas, blancas sobre el empaste oscuro.

- ¿De que hablan los otros libros?

- Te lo he dicho. De todos los temas. Los hay de aventuras, de ciencia, historias de seres virtuosos, de técnica, de amor ...

Lo último le interesó. Del amor sabía aquello referido en las canciones, especialmente en los pasillos cantados por Julito Jaramillo, cuya voz de guayaquileño pobre escapaba a veces de una radio a pilas tornando taciturnos a los hombres. Según los pasillos, el amor era como la picadura de un tábano invisible, pero buscado por todos.

- ¿Como son los libros de amor?

- De eso me temo que no puedo hablarte. No he leído más de un par.

- No importa.¿Como son?

- Bueno, cuentan la historia de dos personas que se conocen, se aman y luchan por vencer las dificultades que les impiden ser felices.

Luis Sepúlveda

jueves, 22 de julio de 2010

Demasiado Noble

- ¡Demasiado noble para ser súbdito de nadie, Princesa!

- Aquí, delante de esta copa de veneno que acabo de degustar y con el vasto océano como testigo, solo me queda decir que, "quien algo quiere algo le cuesta", y prefiero arrojarme por la borda maniatado y con el estomago lleno de muerte, antes que aceptar limosnas ni arrastrarme ante nadie.

- Aún debes saber que no te guardo rencor, demasiada carga incomoda al barquero, así que me iré regalándote mi mejor sonrisa y con la esperanza de que allí, en el Hades, al compas de las más bellas melodías nos fundiremos en un beso eterno, incapaz de ser descrito por los más hábiles poetas que la tierra haya conocido.

- ¡Ahórrate empujarme, que ya salto YO!

Kiko Vallejo

martes, 20 de julio de 2010

Tengo Ganas de Ver 1

Tengo ganas de ver

como los emprendedores

fundan fábricas de gillotinas

para asumir la demanda

del populacho,

ciego de ira,

contra aquellos

que nunca le tuvieron en cuenta.

Kiko Vallejo

miércoles, 14 de julio de 2010

La Ciudad y los Perros (fragmento)

La sopa esta hirviendo. La mujer parecía haberla olvidado. Vuelta hacia la habitación contigua, esperaba la respuesta de Teresa, los pelos cubriéndole la frente, inmovil y ansiosa.

- ¿Quién te ha invitado? - repitió. Y comenzó a abanicarse el rostro a toda prisa.

- Ese muchacho que vive en la esquina - dijo Teresa, posando la escoba en el suelo.

- ¿Qué esquina?

- La casa de ladrillos, de dos pisos. Se llama Arana.

- ¿Así se llaman ésos? ¿Arana?

- Sí.

- ¿Ese que anda con uniforme? - insistió la mujer.

- Sí. Está en el Colegio Militar. Hoy tiene salida. Vendrá a buscarme a las seis.

La mujer se acercó a Teresa. Sus ojos abultados estaban muy abiertos.

- Ésa es buena gente - le dijo -. Bien vestida. Tienen auto.

- Sí - dijo Teresa -. Uno azul.

- ¿Has subido a su auto? - preguntó la mujer con vehemencia.

- No. Sólo he conversado una vez con ese muchacho, hace dos semanas. Iba a venir el domingo pasado, pero no pudo. Me mandó una carta.

Súbitamente, la mujer dió media vuelta y corrió a la cocina. El fuego se había apagado, pero la sopa continuaba hirviendo.

- Vas a cumplir dieciocho años - dijo la mujer, reanudando el combate contra los rebeldes cabellos -. Pero no te das cuenta. Me quedaré ciega y nos moriremos de hambre, si no haces algo. No dejes escapar a ese muchacho. Tienes suerte que se haya fijado en ti. A tu edad, yo ya estaba encinta. ¡Para qué me dio hijos el Señor si me los iba a quitar después!!Bah¡

- Sí, tía - dijo Teresa.

Mario Vargas Llosa

martes, 13 de julio de 2010

Desconsolado

He conocido el amor y el desamor.

He disfrutado de las bajas pasiones
y he clamado al cielo por las caricias perdidas.

Los amigos los cuento con los dedos de una mano.

Mi familia me quiere,
me siento afortunado por ello.

Algún enemigo he cosechado por el camino,
lo considero cuestión de principios.

Mi equipaje se reduce a alguna foto que contemplar
los días que me invada la melancolía.

No llevo dinero,
nada de lo que necesito puedo comprar con el.

Aquí estoy,
desconsolado en este vagón de tren,
alejándome,
sin ningún adiós pronunciado.

Kiko Vallejo

domingo, 11 de julio de 2010

Los Invasores (fragmento)

El pueblo está en pleno descalabro cuando llega jadeando un niño a la plaza del mercado:

-!Los invasores no vienen!¡Han tomado el camino del norte!

Todos se miran entre sí con desprecio, desconfianza y cólera. El frente unido ante el invasor se desmorona. El rencor se une al alivio. Los ricos retoman su superioridad, satisfechos de no tener que pagar ningún tributo al ocupante. Decepcionado, el clan de botafuegos hace un desfile para exhibir sus armas inutilizadas, inutiles para siempre. Los pobres saben que para ellos no cambiará nada. Las mujeres guardan con desgana sus perfumes, su ropa interior, sus fantasías.

Solamente una pandilla de chiquillos, responsables de lo que no fué mas que una incocentada, se carcajean a escondidas al descubrir los descarríos de los adultos.

Georges Moustaki

jueves, 8 de julio de 2010

Estrella Distante (Fragmento)

Y ahí, en esas alturas, comenzó a escribir un poema en el cielo. Al principio creí que el piloto se habia vuelto loco y no me pareció extraño. La locura no era una excepción en aquellos días. Pensé que giraba en el aire deslumbrado por la desesperación y que luego se estrellaría contra algún edificio o plaza de la ciudad. Pero acto seguido, como engendradas por el mismo cielo, en el cielo aparecieron las letras. Letras perfectamente dibujadas de humo gris negro sobre la enorme pantalla de cielo azul rosado que helaban los ojos que las miraban.

Roberto Bolaño

miércoles, 7 de julio de 2010

Club Social 3

En el Club Social
una vez al mes se celebran
las jornadas de cuentacuentos.

En la última sesión quedamos
fascinados con la historia
de los duendecillos altruistas
que hicieron el trabajo del zapatero.

Apelando a nuestro mas profundo espiritu infantil,
deseando su visita,
desde hace tres semanas no limpiamos la cocina.

Todas la noches
dejamos abierta la terraza
para facilitarles la entrada,
pero lo único que hemos observado,
es una perfecta hilera de hormigas
que avanzan en procesión
hasta el fregadero.

Kiko Vallejo

viernes, 2 de julio de 2010

La Carta

Una vez un niño, no tan niño, encontró unas hojas de papel y unos lápices de colores. Sin dudarlo, cogió una de ellas y dibujó una estrella. Cogió otra y pintó la luna. No pudo resistir la tentación y sin parar hasta que solo quedaron dos, dibujó flores y nubes, animales y pájaros, el sol, con su amanecer y su atardecer, un bosque en primavera y otro en otoño y unas preciosas montañas cubiertas de nieve. En la penúltima hoja escribió una poesía y con la última de ellas construyó un sobre donde lo metió todo.

No escribió ningún remite y no colocó sello alguno, lo único que anotó en el fue, “Para todo aquel que se halla olvidado del cielo azul, del brillo del sol y las estrellas, de la belleza de una montaña, del olor de una flor, del vuelo libre de un pájaro, de un lugar lleno de animales salvajes, de las formas que hacen las nubes, de los bosques verdes en primavera y dorados en otoño, de observar un amanecer o dibujar un atardecer, de disfrutar con una poesía, y lo más importante de todo, para todos aquellos que olvidaron que algún día fueron niños.”

Después de escribir esto, cerró el sobre y lo metió en el buzón, esperando que la carta llegara a su destino.

Pasó mucho tiempo y ese niño, que ya no era tan niño, se hizo un hombre con todo lo que acarrea ser un hombre. Se le llenó la cabeza de preocupaciones y no recordaba que una vez fue un niño. Permaneció así largo tiempo, hasta que un día vio que el cartero le había dejado una vieja carta que parecía haber sido abierta y cerrada muchas veces, y que no tenía ni remite ni sello alguno y tan solo decía, “Para todo aquel que se halla olvidado del cielo azul, del brillo del sol y las estrellas, de la belleza de una montaña, del olor de una flor, del vuelo libre de un pájaro, de un lugar lleno de animales salvajes, de las formas que hacen las nubes, de los bosques verdes en primavera y dorados en otoño, de observar un amanecer o dibujar un atardecer, de disfrutar con una poesía, y lo más importante de todo, para todos aquellos que olvidaron que algún día fueron niños.”

Kiko Vallejo