Y ahí, en esas alturas, comenzó a escribir un poema en el cielo. Al principio creí que el piloto se habia vuelto loco y no me pareció extraño. La locura no era una excepción en aquellos días. Pensé que giraba en el aire deslumbrado por la desesperación y que luego se estrellaría contra algún edificio o plaza de la ciudad. Pero acto seguido, como engendradas por el mismo cielo, en el cielo aparecieron las letras. Letras perfectamente dibujadas de humo gris negro sobre la enorme pantalla de cielo azul rosado que helaban los ojos que las miraban.
Roberto Bolaño
jueves, 8 de julio de 2010
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