El pueblo está en pleno descalabro cuando llega jadeando un niño a la plaza del mercado:
-!Los invasores no vienen!¡Han tomado el camino del norte!
Todos se miran entre sí con desprecio, desconfianza y cólera. El frente unido ante el invasor se desmorona. El rencor se une al alivio. Los ricos retoman su superioridad, satisfechos de no tener que pagar ningún tributo al ocupante. Decepcionado, el clan de botafuegos hace un desfile para exhibir sus armas inutilizadas, inutiles para siempre. Los pobres saben que para ellos no cambiará nada. Las mujeres guardan con desgana sus perfumes, su ropa interior, sus fantasías.
Solamente una pandilla de chiquillos, responsables de lo que no fué mas que una incocentada, se carcajean a escondidas al descubrir los descarríos de los adultos.
Georges Moustaki
domingo, 11 de julio de 2010
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