martes, 26 de octubre de 2010

Sueño 2

- Silencio -

Mi mirada

no me hace caso,

solo chilla y aúlla,

pero os resulta

imperceptible.

Estoy demasiado

ocupado en relatarme

a mi mismo

mis propias estupideces.

He cosido mi boca,

ahora me alimento

de buenos momentos

y de fragancias

efímeras.


- Ostracismo -

Condenado al,

no se si es un castigo

o una bendición de los dioses.

Regreso a mis solitarios

paseos por el vacío,

pero ya no tienen gracia

conozco sus senderos.

¿Cúal ha sido mi afrenta

esta vez?

Podría dedicar cien

años a reflexionarlo,

pero no lo haré.

Horacio,

¿Te apetece

un café?


- Carcajadas -

En el espejo

solo se refleja

una parodia mía.

¿Me salvan los disfraces?

Este mes decidí

ponerme el de

gigante con pies de barro

y correr por los charcos.

En algún momento

no tendré pies,

pero disfrutaré las

tardes riéndome

y chapoteando en mi

propio lodo.


- Amor -

¿Qué piensas del amor

en cinco palabras?,

escríbelo en este cuaderno.

"Encontrado,

no lo dejes escapar."

Eso es lo que le puse

a la rubia bohemia

en su libreta


- Sueños -

Aún os tengo,

aún os espero,

aún os sueño.


Kiko Vallejo

lunes, 25 de octubre de 2010

El Hombre Muerto (fragmento)

"El hombre intentó mover la cabeza en vano. Echó una mirada de reojo a la empuñadura del machete, húmeda aún del sudor de su mano. Apreció mentalmente la extensión y la trayectoria del machete dentro de su vientre, y adquirió fría, matemática e inexorable, la seguridad de que acababa de llegar al término de su existencia."

Horacio Quiroga

viernes, 22 de octubre de 2010

Tengo Ganas de Ver 2

Después de

doscientos setenta y seis días

encerrado a oscuras

en este pequeño habitáculo,

colgado cabeza abajo,

entretenido en

comer láminas de queso

mientras escucho rumbas,

tengo ganas de ver

esa preciosa luna llena

que cuando toca,

ilumina el cielo

de Madrid.

Kiko Vallejo

La Comendadora (fragmento)

Sus ojos parecían armados del rayo de la Excomunión. A poco que se contemplara a aquella mujer, conocíase que dondequiera que ella imperase no habría más arbitrio que matarla u obedecerla. Y, sin embargo, su gesto no expresaba crueldad ni mala intención, sino estrechez de principios y una intolerancia de conducta incapaz de transigir en nada ni por nadie.

Esta señora vestía saya y jubón de alepín negro de la reina, y cubría la escasez de sus canas con una toquilla de amarillentos encajes flamencos.

Sobre la falda tenía abierto un libro de oraciones, pero sus ojos habían dejado de leer, para fijarse en un niño de seis a siete años, que jugaba y hablaba solo, revolcándose sobre la alfombra en uno de los cuadrilongos de luz de sol que proyectaban los balcones en el suelo de la anchurosa estancia.

Este niño era endeble, pálido, rubio y enfermizo, como los hijos de Felipe IV pintados por Velázquez. En su abultada cabeza se marcaban con vigor la red de sus cárdenas venas y unos grandes ojos azules, muy protuberantes. Como todos los raquíticos aquel muchacho revelaba extraordinaria viveza de imaginación y cierta iracundia provocativa, siempre en acecho de contradicciones que arrostrar.

Vestía, como un hombrecito, medias de seda negra, zapato con hebilla, calzón de raso azul, chupa de lo mismo, muy bordada de otros colores, y luenga casaca de terciopelo negro.

A la sazón se divertía en arrancar las hojas a un hermoso libro de heráldica y en hacerlas menudos pedazos con sus descarnados dedos, acompañando la operación de una charla incoherente, agria, insoportable, cuyo espíritu dominante era decir: «-Mañana voy hacer esto. -Hoy no voy a hacer lo otro. -Yo quiero tal cosa. -Yo no quiero tal otra...», como si su objeto fuese desafiar la intolerancia y las censuras de la terrible anciana.

¡También infundía terror el pobre niño!

Pedro Antonio de Alarcón

miércoles, 20 de octubre de 2010

Club Social 5

(El Director del Club Social
desde la tribuna se dirige
al público asistente a la
ceremonia)


A pesar de la dificultad
para elegir un vencedor
debido a la calidad de las obras
participantes,
nos llena de orgullo
y satisfacción
anunciar un año mas
al ganador del certamen
"Club Social con la Bellas Artes".

(El público permanece
expectante mientras
el director del Club Social
abre cuidadosamente el sobre
que contiene los datos
del vencedor)


El premio de la actual
edición ha sido otorgado
a la serie pictórica "DERRAPES"
cuya autoría no será desvelada
por deseo expreso del
artista.

(El público aplaude
de forma ensordecedora.
El director aguarda
pacientemente a que finalicen
las muestras de reconocimiento.
Continua el discurso)


La serie "DERRAPES"
se caracteriza por
un acentuado surrealismo y abstracción,
y se compone de numerosas
obras monocromáticas
rebosantes de delicadeza y rebeldía,
que han sido plasmadas
de un solo trazo
empleando el impoluto
escenario de la taza
del váter
como lienzo.

Con una sublime
maestría,
el artista ha expresado
su visión personal
a cerca de la realidad
en la que se encuentra inmerso,
tratando en todo
momento de envolver
al espectador
en un halo de
reflexión y crítica.

(El público vuelve
a interrumpir el
discurso con vítores y bravos.
Una vez se instaura la calma
el Director prosigue.)


No tengo palabras
para describir
el crisol de sensaciones
que se experimenta
cada vez que
uno quiere hacer
uso del excusado
y se encuentra
ante la tremenda
decisión de
realizar sus necesidades
sobre esa magnífica
expresión artística.

¿Qué clase de desalmado
no se para a reflexionar
a cerca de hacer sus deposiciones
sobre una obra de arte
de semejante calado?
Pero lo efímero de la misma
y las expectativas que se generan
por poder disfrutar
de la siguiente,
sirven al mas osado
como justificación
para hacerla desaparecer
de un plumazo.

Como Director
no me queda mas que
reiterar la encomiable
trayectoria
del artista
y sugerirle
desde mi humilde
opinión que nunca
haga uso de la escobilla,
que clarísimamente
ha sido concebida
como instrumento
para atentar
directamente contra la
expresión artística.

(De nuevo el público
rompe en aplausos.
Se da por clausurada
la entrega de premios)


Kiko Vallejo

domingo, 10 de octubre de 2010

Yo nací un día de Otoño

Nunca os lo he contado pero
yo nací un día de Otoño.

He tratado muchas veces
de recordar ese instante
pero no lo consigo,
solo puedo imaginarlo.

Durante doce años
fui totalmente feliz
aunque no sé
si lo recuerdo
o lo imagino.

A partir de ahí
si que tengo claro que
no soy capaz de distinguir
situaciones imaginarias
de recuerdos,
¿qué le vamos a hacer?

Hay momentos
en que disfruto recordando
mis amores
y por consideración
suelo imaginar
que me importó perderlos.
¿No se realmente si es así?,
yo que sé,
la verdad
que podría hacer memoria.

Otras veces me imagino
como han sido
los últimos años,
solitario,
incomprensible,
incomprendido,
desaliñado,
bohemio,
soñador,
¡que imaginación tengo!,
luego me siento a reflexionar,
mi imaginación
no da para tanto,
deben ser recuerdos.

Lo que más me gusta
son esos ratitos
muy míos
cuando rememoro
aquella noche que la Luna
me sacó a bailar
y esa tarde que
pasé escuchando
como crecía
la hierba
y aquella mañana
que tumbado
panza arriba
moldeaba las nubes
a mi antojo,
buenos recuerdos.

Creo que estoy
algo confuso,
al menos me contentaré
creyendo que
yo nací un día de Otoño.

Kiko Vallejo