Después de
doscientos setenta y seis días
encerrado a oscuras
en este pequeño habitáculo,
colgado cabeza abajo,
entretenido en
comer láminas de queso
mientras escucho rumbas,
tengo ganas de ver
esa preciosa luna llena
que cuando toca,
ilumina el cielo
de Madrid.
Kiko Vallejo
doscientos setenta y seis días
encerrado a oscuras
en este pequeño habitáculo,
colgado cabeza abajo,
entretenido en
comer láminas de queso
mientras escucho rumbas,
tengo ganas de ver
esa preciosa luna llena
que cuando toca,
ilumina el cielo
de Madrid.
Kiko Vallejo
... o asomarse a la otra cara, sabiendo, cercirándote con premeditación, que serás el único que entiendas los motivos de su dulce pero letal hechizo.
ResponderEliminarTiempos de aullidos...que alguien escuche la melancolía que se apresura a pasos agigantados
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