martes, 31 de agosto de 2010

Calígula (fragmento)

HELICÓN. Buenos días, Cayo.

CALÍGULA. Buenos días, Helicón.

HELICÓN. Pareces fatigado.

CALÍGULA. He caminado mucho.

HELICÓN. Sí, tu ausencia duró largo tiempo.

CALÍGULA. Era difícil de encontrar.

HELICÓN. ¿Qué cosa?

CALÍGULA. Lo que yo quería.

HELICÓN. ¿Y qué querías?

CALÍGULA. La luna.

HELICÓN. ¿Qué?

CALÍGULA. Sí, quería la luna.

HELICÓN. ¡Ah!¿Para qué?

CALÍGULA. Bueno... Es una de las cosas que no tengo.

HELICÓN. Claro. ¿Y ya se arregló todo?

CALÍGULA. No, no pude conseguirla.

HELICÓN. Qué fastidio.

CALÍGULA. Sí, por eso estoy cansado. ¡Helicón!

HELICÓN. Sí, Cayo.

CALÍGULA. Piensas que estoy loco.

HELICÓN. Bien sabes que nunca pienso.

CALÍGULA. Sí. ¡En fin! Pero no estoy loco y aun más: nunca he sido tan razonable.
Simplemente, sentí en mí de pronto una necesidad de imposible. Las cosas tal
como son, no me parecen satisfactorias.

HELICÓN. Es una opinión bastante difundida.

CALÍGULA. Es cierto. Pero antes no lo sabía. Ahora lo sé.El mundo, tal como está, no es soportable. Por eso necesito la luna o la dicha, o la inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo.

Albert Camus

No hay comentarios:

Publicar un comentario