HERMES.- Ahora barquero, si te parece bien, vamos a echar cuentas de todo lo que me debes, para no volver a tener discusiones sobre este tema.
CARONTE.- Estoy de acuerdo, contemos Hermes. Será mejor para ambos que este asunto quede bien aclarado.
HERMES.- Me pediste que te trajera un ancla: lo que hace cinco dracmas.
CARONTE.- Me la pones muy cara, me parece.
HERMES.- No te miento, por Plutón, que la compré por ese precio; y adquirí también una correa de cuero para un remo por dos óbolos.
CARONTE.- Entonces apunta cinco dracmas y dos óbolos.
HERMES.- ... y también compré una aguja para la vela; y por ella pagué cinco óbolos más.
CARONTE.- Pues apunta también esos cinco óbolos.
HERMES.- ... además de cera para tapar grietas, clavos, y una cuerda para que hicieras la hipera, me costó todo dos dracmas.
CARONTE.- Pagaste un precio muy alto.
HERMES.- Si no me olvido de nada, todo está en la cuenta. Ahora tú dirás cuándo vas a pagarme.
CARONTE.- Es imposible en este momento, Hermes, pues el negocio no funciona demasiado bien; pero si alguna peste o guerra me manda algún grupo de víctimas, podría reunir algo de dinero haciendo un poco de trampa con el precio de los pasajes.
HERMES.- ¿Me estás pidiendo que me cruce de brazos y pida a los dioses que se produzcan espantosas calamidades, para poder cobrar?
CARONTE.- No podrá ser de otra forma, Hermes. Pues, como puedes comprobar, no llega mucha gente aquí abajo: estamos viviendo tiempos de paz.
HERMES.- Así lo prefiero, aunque no cumplas el pago de tu deuda. Ah, por cierto, no recuerdas como eran los antiguos que venían hasta nosotros: se trataba de hombres valientes, y muy malheridos. En cambio, ahora, los muertos llegan envenenados por los hijos o esposas, o con el vientre o las piernas inflamados, vulgarmente pálidos, con ningún parecido a los otros. Además, estos últimos mueren casi todos por causas relacionadas con maquinaciones tramadas entre ellos por dinero.
CARONTE.- Debo reconocer que el dinero es algo muy deseable.
HERMES.- Entonces no te parecerá mal que yo te exija de forma implacable e insistente el pago de tu deuda.
Luciano de Samosata
jueves, 10 de junio de 2010
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